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USAR LA IAG PARA LA GESTIÓN EMOCIONAL

El riesgo que implica dejar la comprensión y manejo de las emociones en manos de programas que no las entienden.

 

Los programas de Inteligencia Artificial Generativa capaces de producir textos, respuestas y conversaciones de manera aparentemente humana, están comenzando a desempeñar un papel cada vez mayor en la gestión de las emociones entre adolescentes. En ocasiones están utilizando estos programas para afrontar conflictos personales o situaciones con un fuerte componente emocional (leer ejemplo).

Pero no hablamos solo de programas que responden a cualquier pregunta de tipo emocional, del mismo modo que responden a cualquier pregunta sobre matemáticas o geografía, sino que algunas están comenzando a especializarse en esta cuestión. Ya han surgido los llamados “diarios emocionales”. Se trata de herramientas que interactúan con el usuario hablando de sus estados emocionales, de su evolución a lo largo de la semana, analizan las distintas motivaciones e incluso llegan a hacer propuestas al usuario.

Por otro lado, en países como China, se están utilizando ya programas de IA conectados a cámaras de reconocimiento facial, para identificar distintas emociones en los alumnos. Un algoritmo se encarga después de determinar incluso el nivel de atención de cada alumno en el aula.

El rescate digital: Terapeutas digitales de bolsillo

Tenemos un verdadero problema con la salud mental de niños y adolescentes, tal y como reflejan todos los estudios al respecto: la cantidad de menores medicados, las tasas de suicidios, las consultas de los especialistas en aparato digestivo llenas de adolescentes con ansiedad… Pero a este problema hay que añadir otro: la falta de profesionales para atender toda la demanda y las tremendas listas de espera. Muchos niños y adolescentes no pueden esperar dos meses para una primera cita, o incluso tres meses entre cita y cita.

Y he aquí que aparecen unas herramientas que están disponibles las 24 horas del día, los 365 días del año. Que responden con coherencia a cualquier pregunta que les formules, que nunca se cansan de contestar, y que recogen información de millones de sitios especializados. Hablan con el usuario utilizando el mismo lenguaje, e incluso llegan a facilitar respuestas empáticas.

Evidentemente se trata de meros programas que solo ven números, que no tienen ni idea de lo que es una persona, y que además les da exactamente igual que te vaya bien en la vida. Pero están ahí, son rápidos y eficientes, gratuitos y siempre disponibles. Los adolescentes los van a utilizar cada vez más.

 

La trampa de la gestión emocional pseudointeligente

El principal problema se produce al confundir la capacidad de generar respuestas coherentes, con la comprensión real de las emociones humanas. La Inteligencia Artificial Generativa pueden imitar el lenguaje y las respuestas, pero carece de cualquier tipo de comprensión sobre la complejidad existente detrás de los sentimientos humanos.

Imaginemos que necesitamos apoyo después de un mal día en el colegio. Le contamos a un programa de IAG cómo nos hemos sentido y las emocionales que hemos desarrollado, y obtenemos respuestas aparentemente empáticas. Pero, esas respuestas no son más que un conjunto de palabras ensambladas en función de un cálculo de probabilidades. Son el resultado de la aplicación de un algoritmo. Si dependemos exclusivamente de estas respuestas podríamos tomar un camino equivocado, obtener un diagnóstico erróneo por falta de información adecuada o recibir un mal consejo.

La dependencia emocional

Pero hay una segunda cuestión que resulta muy preocupante: el nivel de dependencia emocional que se puede generar en un adolescente. En la pantalla de su móvil aparecen frases como las que recibe por parte de personas a lo largo del día. Estas frases son coherentes, le ofrecen apoyo, se muestran comprensivas. Parecen escritas para él o ella por alguien que le quiere ayudar. Las respuestas son incluso cariñosas. Nunca te criticará… nunca evitará la conversación. Nunca se cansará. Todo el día con disposición a ayudarte. En un principio pudiera parecer la solución a la incomprensión, a la soledad, a la falta de atención profesionalizada y a tantas otras cosas. El problema es que solo es una máquina que hace combinaciones de números ¿Qué sucederá si se equivoca? ¿Quién tiene acceso a lo que le estás contando? ¿Dónde se almacenan todas esas intimidades? ¿Cómo serán utilizadas esas informaciones en el futuro inmediato? ¿Quién la protege de los ataques informáticos que ya se han producido? ¿Quién asegura que la herramienta no haya sido entrenada con información sesgada? Demasiados riesgos cuando se trata del equilibrio emocional de los adolescentes… ¿no?

El camino de la resiliencia emocional

En última instancia, la gestión de las emociones en la adolescencia es un proceso que requiere autoexploración, apoyo humano auténtico y, si es necesario, intervenciones profesionales. Si bien algunas herramientas de IAG pueden brindar un alivio temporal ante la falta de atención profesional, nunca deben reemplazar la interacción humana y la comprensión empática que necesitan los adolescentes en esta etapa crucial de sus vidas. La educación sobre la inteligencia emocional y la promoción de entornos de apoyo son esenciales para asegurar que los adolescentes no se pierdan en el laberinto de respuestas pseudointeligentes que les van a ofrecer los programas de IAG.

La interacción entre los adolescentes y las IA generativas es un fenómeno que continuará evolucionando en esta digital. Es necesario y urgente que, como sociedad, reconozcamos tanto las oportunidades como los riesgos que esto conlleva. La IAG puede ser un recurso útil en ciertos contextos, pero no puede remplazar ni por asomo la interacción emocional humana, ni el trabajo de los profesionales que necesitamos más que nunca, y en mucha mayor proporción que hasta ahora.

 

 

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